Y la mente, como todo en la vida, se transformó ante las experiencias y aventuras que tuvo como protagonista ese chaval que pasó la barrera de los diecinueve para ya no volver a ser igual. La esencia de una persona es el reflejo que marcan la sutileza de su conducta futura a pesar de que una madurez forzada le haga ya no ver aquellos elementos que describía en su obra inicial a través del mismo cristal.

Las barreras se cronifican en algunos aspectos que ya son difícil de moldear, sin embargo deja todo un mundo de posibilidades hacia aquello que sigue siendo desconocido... Con diecinueve promulgue el perdón de poder transmitir conceptos que quizás no estaban madurados por mi corta edad, idea que sigo manteniendo ya que la experiencia me hace reafirmar que nunca llegaremos a tener esa verdad absoluta que hace de mi opinión mejor a la de otro.
Con 19 por bandera, ahora llego a este viaje con ltoda la simbología de un número que siempre me hará viajar al lugar donde viene a para la mente.
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