miércoles, 17 de febrero de 2016

Ad hominem

Razoné y razoné hasta extirpar el corazón,
cómo prometer la eternidad cuando el segundo
solo dura un instante y la vida es atrapada en lo efímero.

Cantos amargos, agónico el temblor,
presos de un sistema que finge libertad,
nos regalan alas con cimientos de rencor
por querer ser libres en su mundo de traición.

Caras, que ocultas, buscan naufragar,
perdieron el rumbo y ya no quieren llegar
a la tierra prometida tan inhóspita y hostil
para los que en ella quieren sus almas derramar.

Última esperanza, llamada a la quietud,
sorda la súplica de los rezos a un Dios sin compasión,
banal es la deshonra de querer pedir perdón.

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